Es la segunda noche fría de otoño.
Estoy tranquilo fumando en la oscuridad
y escuchando música que me recuerda tu nombre
y tus ojos de vidrio cristalino de aquella noche
en que me refleje en ellos y sentí el amor que guardas
en una cajita de cristal dentro te tu pecho,
mientras que de tu boca salían terrones de azúcar
que alentaban a mi corazón a decirte la verdad
que corre por mis venas.
Me alentaste a decirte que te amo
y que siempre lo voy a hacer.
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